Leerlo te va a llevar 7 minutos.
Lo mismo que tardás en fumarte un cigarro o en sacar un café de la máquina.
Un poco menos que
ir al baño y volver. Un poco más de lo que tardó Cinthia en darse cuenta de que ya nada iba a ser igual.

Cinthia- (Hablando por celular) Ya está Sebas. Ya entré en casa. Agarro el paquete y voy. ¿Me dejas buscar tranquila? Sí, te prometo que no escucho los mensajes. En serio. Cortá, dale. No. Dejá de gritar ahí porque estás dando material para que después hagan comentarios! ¡Te corto! Sí. Agarro el regalo de Sabrina y salgo. Chau. (Corta. Sale a un ambiente interior. Suena el teléfono de línea. Regresa con el paquete) No voy a atender. Voy a agarrar las pastillas y voy a salir. Nada más. (Las busca. Se escucha el contestador. Cinthia frena la búsqueda para oír).

Contestador- ¡Doctora! ¡Feliz Navidad! Guzmán me dejo a cargo un ratito, así que quédese tranquila que estamos cuidando esto casi tan bien como usted. Un beso mío y del equipo. Chausito. Saludos a la familia.

El mensaje finaliza. Cinthia se acerca y activa el contestador y sale a buscar las pastillas. Comienza el primer mensaje. Sin embargo no se escucha una voz, solamente se oye el sonido de autos que pasan, como si llamaran desde la calle, luego de unos segundos la comunicación finaliza y comienza otro mensaje igual.

Vuelve con un frasco en la mano. Lo guarda en su carterita.

Cinthia- ¿Para qué tenemos contestador?

Agarra el regalo y se dirige hacia la salida. La cinta vuelve a reproducir otra llamada con las mismas características que la anterior. Cinthia se frena.

Cinthia- Insistente.

Se acerca al aparato mira la cantidad de mensajes.

Cinhtia- ¡¿Ocho más?!

Se reproducen tres mensajes más con el mismo silencio. Acelera la cinta y escucha. Todos los mensajes son iguales. Cinthia se incomoda. El último mensaje evidencia que quien llama abandona el teléfono sin colgarlo y se marcha.

Cinthia: Qué raro…

Se dirige a la puerta. Suena el portero eléctrico. Duda en atender. Inmediatamente le suena el celular.

Cinthia- Hola. Sí Seba, ya estoy saliendo (vuelve a sonar el portero eléctrico). Me había olvidado las pastillas (el portero sigo sonando y Cinthia se dirige a la pared donde se encuentra el aparato). ¡No sé quién es amor! Si estoy hablando con vos, ¿cómo voy a saber quien llama al portero? Pero si no atiendo y después salgo a la calle me va a ver la persona que está abajo tocando timbre. Va a quedar como que me negué. ¡¿Podés dejar de darme indicaciones!? ¡Ya salgo!

Corta el teléfono y atiende el portero eléctrico.

Cinthia- ¿Sí? Sí, soy yo. Ah. No… El problema es que yo ya me estoy yendo… Si, me acuerdo de usted… Lo mejor que le puedo sugerir… Entiendo su urgencia… Pero para eso puede ir a... Comprendo… Le dije que lo recuerdo… Sucede que es una fecha un tanto especial. Por qué no va a…Bueno. Cinco minutos. Suba.(Cuelga el aparato del portero eléctrico. Toma el teléfono y marca apurada) Hola, corazón. Igualmente para vos. Con mí suegra. Sí. No. Por salir… ¿Anda el Doctor Guzmán por ahí? No: Quería preguntarle una cosita. No. Decile que me llame al celular. Al celular, sí. Yo ya me voy de casa. Igual para vos y tú familia. (Suena el timbre del departamento.) Chau. (Corta. Se dirige a la puerta, mira por la mirilla y abre.) Adelante.


Silvio-
(El hombre está angustiado) Disculpe esta intromisión. Pero realmente es muy importante.

Cinthia-
Esta bien. Quédese tranquilo. (El hombre está inquieto) ¿Quiere, sentarse?

S- Muy amable. (Lo hace) ¿Usted no lo va a hacer?

C- Cinco minutos.

S- Sí. (Cinthia toma asiento. El hombre trata de tranquilizarse) Muchas gracias por recibirme, Doctora.

C- No es nada.

S- Para mi sí. No tiene una idea…

C- Bueno… Me alegra…

S- Más en esta fecha. Todo el mundo corre para encontrarse con sus seres queridos.

C- Sí… Por eso mi apuro. Me espera mi familia y…

S- (Por el regalo) ¿Papa Noel?

C-
(Descubre que no soltó el paquete) Sí. Para mi hija. (Deja el bulto en el piso) Bueno… Usted dirá.

S- Sí. Pensé que no se iba a acordar de mí.

C- Abandonó en seguida. Pero lo recuerdo.

S- ¿Podría darme un vaso con agua?

C- (Titubea) Sí. Ya regreso. (Sale)

S- Tiene una casa muy bonita.

C- Producto del trabajo. (Regresa con el vaso)

S- Claro. (Toma el vaso y bebe)

C- Silvio: tengo a mi familia esperando.

S- Sí. Disculpe, pero es difícil.

C- Lo imagino. Para que haya venido hasta aquí. ¿Cómo averiguo mi domicilio?

S-Tengo un hermano; policía.

C- (Disimulando la molestia) Ah. Claro. Bueno, lo escucho.

S-Necesito que me ayude.

C-He llamado al servicio para que se comuniquen aquí.

S- ¿A dónde?

C- El Doctor Guzman está a cargo de la guardia hoy. Ni bien llame…

S- Pero yo la busque a usted.

C- Sí. Pero en mi casa no atiendo pacientes.

S- Es que estoy seguro que es usted la única que podría.

C- Son todos profesionales muy cabales los que trabajan conmigo.

S- No lo dudo.

C- ¿Desea más agua?

S- No. Está bien así.

C- ¿Quiere empezar o esperamos a que llamen del servicio?

S- La llame hoy. Varias veces.

C- Algo supuse cuando lo atendí por el portero, recién. ¿Y en aquellas sesiones le di el teléfono de aquí?

S- No.

C- Su hermano.

S- Algo así.

C- (Sonríe nerviosamente) Es un poco invasor. Debo confesarle.

S- Y le pido perdón. Pero no todos los días uno se levanta con la sensación de haber matado.

C- (Mira el teléfono sutilmente. Luego el celular que ha quedado lejos de ella) No comprendo.

S- Lo que acabo de mencionar.

C- ¿Quiere contarme un poco más?

S- Sí. A eso vine.

C- Lo escucho.

S- Le cambio el tono de voz.

C- No.

S- Como si ahora hubiera aparecido la Psiquiatra. Antes, cuando entre, era Cinthia.

C- Muy observador. Mi apellido es Brown. Y estábamos en su sensación.

S- ¿Distancia profesional, Doctora Brown?

C- Podría decirse. Pero no estamos acá para hablar de mí.

S- Recuerdo su apellido.

C- Porque el nombre nunca se lo digo a mis pacientes. Pero tiene un hermano, ya sé.

S- ¿Cómo la llamo?

C- Doctora.

S- Muy bien. Entonces soy un paciente y me está atendiendo. ¿Está nerviosa?

C- Voy a llamar al servicio. (Se levanta. Se dirige al teléfono y marca)

S- No hace falta.

C- Preferiría hacerlo. (Toma su celular y marca) Hola. Yo de vuelta. ¿Llegó el doctor? ¿Y el celular? ¿Cuánto hace que no está? Es muy raro que lo haya apagado. Y, estando a cargo de la guardia… Sí. Teneme al tanto. No, si estoy tranquila, pero nunca se apagan los celulares estando de guardia. Porque vino un paciente y quiero que hable con el Doctor Guzmán. Hasta luego. (Corta)

S- ¿No lo ubica?

C- Me temo que no. Hagamos algo. Lo llevo con mi auto hasta allí y después sigo mi camino. (Toma las llaves)

S- Creo que le voy a aceptar otro vaso de agua. Sino le molesta, Doctora.

C- Claro. (No deja las llaves. Se acerca y toma con una mano el vaso vació y con la otra el celular. Inicia la salida a la cocina)

S- Estoy seguro de haber matado a alguien. Pero no se como ni a quien. (Cinthia frena su paso) No necesita llamar a nadie desde la cocina. Con el celular. Estamos conversando. Nada más. Quédese conmigo, Doctora. El agua puede esperar. ¿Me está escuchando, Cinthia?

C- Absolutamente. (Regresa)

S- ¿Quiere preguntarme algo?

C- Prefiero no interrumpirlo.

S- Sucede que no hay mucho más. Me desperté a la madrugada, tenía las manos con sangre, también las sábanas.

C- ¿Y su esposa?

S- No hay.

C- No comprendo.

S- Que no tengo. (Ríe) Pensó que había matado a mi mujer. No. El amor se me ha negado hasta ahora. Vivo solo.

C- ¿Dónde?

S- Parece una policía más que una psiquiatra, Cinthia.

C- No. Simplemente…

S- Hace tiempo; para que llame Guzmán.

C- No se altere.

S- Para nada. Usted no me conoce alterado.

C- No tiene porque exaltarse. Lo recibí en mi casa y estoy escuchándolo.

S- Y se lleva el celular a la cocina.

C- La costumbre. Me llaman mucho por trabajo. Y tengo una familia que si no llego se va a asustar.

S- No debe temer.

C- Ya sé.

S- Tampoco tengo el aspecto de alguien perturbado.

C- Silvio: con gusto lo puedo atender la semana que viene. El lunes mismo. A primera hora.

S- ¿Y si lo vuelvo a hacer? No es una sensación muy agradable para cargar en el alma.

C- Pero no recuerda el hecho. Tal vez sea alguna…

S- ¿Alucinación?

C- Usted lo dice.

S- ¿Y la sangre?

C- ¿Se lastimo?

S- Sabía que iba a decir eso. Y vine preparado. (Toma el portafolio que trajo) No la invito a revisarme el cuerpo porque soy muy respetuoso. Sino podría comprobar que no llevo lastimadura ni corte alguno. De todas maneras, si me hubiera lastimado y hubiera sangrado tanto, el muerto debería ser yo. (Extrae del portafolio una sábana totalmente ensangrentada. Cinthia no puede disimular el temor que la ha atacado) ¿Qué me dice ahora?

C- (Esta consternada) Que parece sangre.

S- Eso digo yo. Imaginese lo que es despertar y verse impregnado con todo esto.

C- Creo que necesita ayuda, Silvio.

S- Coincidimos plenamente, Cinthia. Por eso estoy aquí. No puedo sacarme esa sensación asesina. Estoy seguro de que mate. Pero no recuerdo a quien.

C- ¿Y su hermano que dice?

S- Nada.

C- ¿No le contó a él?

S- No.

C- ¿Y que excusa le dio para que averiguara sobre mi?

S- Va tener que perdonarme, Doctora. Porque mentí. Le dije que la quería ubicar porque usted me gustaba.

C- Entiendo.

S- Es increíble.

C- ¿Qué?

S- Ustedes; pueden escuchar la mayor atrocidad con una frialdad digna de un mercenario.

C- Así es nuestro trabajo.

S- ¿Reconoce la frialdad o el mercenazgo de su profesión?

C- Admito que es necesario no involucrar nuestras emociones en las historias de vida de nuestros pacientes. Tampoco la moral.

S- ¿Matar es faltar a la moral?

C- Silvio, no quiero ser descortés con usted. Creo que necesita atención psicológica. Sin embargo yo necesito estar con mi familia y no es un buen momento para prolongar este encuentro. Reitero mi promesa de recibirlo en el hospital el lunes a primera hora.

S- Para los que estamos solos este día es una molestia.

C- Comprendo ese tipo de situaciones.

S- Así suena de laboratorio.

C- ¿Qué?

S- A estar sin nadie; usted le llama: “tipo de situaciones”.

C- No…

S- Soy una molestia para usted

C- No.

S- Está ahí. Con caridad y apuro más que con atención médica por un ser humano que le ha dicho que mato a alguien.

C- Dijo que tiene la sensación. No que lo hizo.

S- ¿Y de lo demás que dije que opina?

C- No voy a responder a cuestionamientos sobre mi profesionalismo. Menos en mi casa; donde no atiendo. Y tampoco a alguien que ni siquiera, aún, es mi paciente.

S- ¿Y qué soy?

C- Una persona que se ha metido en mi casa y no me deja ir con mi familia.

S- ¿Me acusa de secuestro?

C- No.

S-
Me gusta su carácter. Aprendió a disimularlo en la Facultad. Pero se le filtra por momentos su verdadera personalidad. Sin embargo, mi estima, la cual es alta, le recuerda que está frente a un asesino.

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